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Más allá de El Cairo, se expande el delta, como una vasta corola surcada de canales y de brazos del Nilo. La llanura fértil, con toneladas de aluviones depositados por el río, se cultiva con tanto esmero que parece un inmenso jardín hortícola. Algodón, arroz, frutas, verduras y flores constituyen la riqueza de esta región. En el límite del desierto se desarrollan los extensos cultivos de tierras robadas a la arena.Las capitales antiguas, Sais y Tanis han desaparecido en cuerpo y alma, dejando en su lugar aldeas y ciudades coronadas de mezquitas, y animadas día y noche.
Aquí se erigía, en los tiempos gloriosos de los faraones, un pequeño pueblo de pescadores, Rakotis. Cuando Alejandro Magno desembarcó en Egipto, quiso hacer de ésta su capital y marcar la costa egipcia con su indeleble huella. Así nació Alejandría, cuyo faro, el primero que se construyó en el mundo, ya hace varios siglos que ilumina el Mediterráneo. Capital de las artes y las letras, ciudad favorita de reyes y reinas, sabios y eruditos, albergó en su seno una de las pasiones amorosas más famosas de todos los tiempos: la de Cleopatra y Marco Antonio.Después de la conquista árabe, y mientras perdía su carácter de capital en favor de El Cairo, Alejandría guardó su especificidad de ciudad más abierta al Mediterráneo que a Egipto. Llena de comunidades como la griega, judía o armenia, y favorita de los extranjeros, parece poner mala cara al interior del país.Aunque hoy en día quedan pocos descendientes de aquellas comunidades, la ciudad conserva de aquel período de su historia un ambiente particular.El paseo por la cornisa es ineludible. Sin duda, los nostálgicos de la ciudad cosmopolita descrita por Lawrence Durrell se decepcionarán. Desaparecida ya la elegancia que camina, sombrilla en mano y desvanecidos los bellos automóviles extranjeros. Los edificios que la bordean, a pesar de su encanto anticuado, resisten mal el aire del mar que los corroe. No olvide que Alejandría es el lugar de veraneo preferido de los cairotas.A lo largo del arco de la cornisa, se pasean familias o enamorados, mientras que saborean un helado. Se pueden admirar las cestas de pescado y de crustáceos recién extraídos del mar, y contemplar a los viejos, zurcir las redes mientras sueñan con Marsella, «ahí donde los peces salen solos del agua». En resumen, se puede disfrutar de la vida.
Los cafés de Alejandría
Salas inmensas con pinturas antiguas y grandes espejos diseminados, amplias terrazas frente al mar, los cafés de Alejandría son clásicos del género, casi la marca de fábrica de la ciudad mediterránea. Los viejos alejandrinos, los que le asegurarán ser los «verdaderos», puesto que su familia está instalada ahí desde Alejandro Magno (como mínimo), pasan horas, cigarrillo en la comisura de los labios, mirando el mar, indiferentes al barullo. Cuando el viento es demasiado fuerte, se meten en el interior y se enfrascan en interminables partidas de dominó, o se sumergen durante horas en la lectura del periódico. Mientras tanto, sus mujeres van a degustar pasteles de crema y té en las pastelerías de la plaza Saad Zaglul. Como para creer que los ingleses nunca abandonaron Alejandría…
El fuerte de Qaitbay
En el extremo norte de la bahía del este se erigen las murallas almenadas de esta fortaleza mameluca, construida en 1480 en el lugar del faro de Alejandría, destruido como consecuencia de dos temblores de tierra, en los siglos XI y XIV. Guardián de la rada, el fuerte enjuga estoicamente, desde hace siglos, las cóleras del mar Blanco, nombre en árabe del Mediterráneo.
El palacio de Ras el-Tin
Al oeste de la fortaleza, Faruq vivió una de las páginas más importantes de la historia de Egipto contemporáneo, la firma de su abdicación con la que puso fin a la realeza. En las playas cercanas se extienden pequeños astilleros artesanales, donde los obreros construyen, con muy poca maquinaria, barcos de lujo de madera destinados a los ricos emires del golfo.
El barrio de Anfuchi
Entre el fuerte y el palacio, se hallaba antaño el barrio de los marineros, famoso especialmente por sus casas cercadas, hoy día cerradas. No obstante, al pasear por las callejuelas populares, el visitante hallará agradables cafés decorados con azulejos, y extraordinarios restaurantes de pescado donde uno mismo escoge lo que degustará.
El teatro romano (Km el Dikka)
En este espacio, situado cerca de la estación central, se ha estado excavando desde principios de los años 1960. Las sucesivas excavaciones han sacado a la luz diferentes monumentos públicos, situados en el centro del casco antiguo, como un teatro, unos baños públicos, cisternas y un barrio residencial. A la entrada del lugar se exponen unas estatuas rescatadas del mar, junto al Fuerte de Qaitbay, por el equipo de arqueólogos del francés Jean-Yves Empereur. En 2002 comenzó la construcción de un nuevo museo, dedicado a los mosaicos.
La columna de Pompeyo y las catacumbas de Kom el-Shuqafa
De 30 metros del altura construida, en granito rosa de Asuán, la columna de Pompeyo sería el regalo de la población de Alejandría al emperador Diocleciano que, ante una rebelión, renunció a destruir la ciudad y a masacrar a sus habitantes. Los vestigios hallados alrededor de la columna se exponen, en su mayoría, en el Museo Grecorromano.
En la cima de la colina se halla la entrada de las catacumbas de Kom el-Shuqafa, que datan de los siglos I y II d. C. Fueron descubiertas en el linde del siglo XX por casualidad, cuando el suelo se hundió bajo el peso de un asno. El desgraciado cayó más de diez metros. La historia no cuenta si el animal sobrevivió; en cualquier caso permitió descubrir más de 300 tumbas, dispuestas a lo largo de una red articulada alrededor de una gran rotonda.
Alejandría, la Biblioteca Alejandrina
La biblioteca de Alejandría fue inaugurada en octubre del 2002. Los arquitectos han diseñado un inmenso cilindro de vidrio y aluminio de 160 metros de largo, cortado en bisel y orientado hacia el mar. En su interior, un centenar de esbeltas columnas de hormigón con capiteles en forma de flor de loto sobre los que se sostiene la bóveda, dominan el salón de lectura de 7.000 m2. En el edificio se encuentran también una geoda que sirve como salón de conferencias, un planetario equipado con un domo Imax y un museo arqueológico. En el sótano se conservan cerca de 8.000 manuscritos antiguos y libros raros estudiados y digitalizados, lo que facilita su consultación en el salón de lectura. (El Shatby, tel.: 483 99 99)
El centro de estudios alejandrinos
Creado en 1990, su objetivo es diseñar el rostro y la topografía de la capital de los tolomeos, de Alejandro (332 a.C.) a Cleopatra (30 a.C.). El descubrimiento más mediatizado es el de los restos del faro de Alejandría. La aventura hubiera merecido quedar en el terreno de los sueños. En 1993, una gran capa de hormigón debía verterse al pie del fuerte de Qaitbay, en el extremo oeste de la rada, para consolidarla. El centro de estudios alejandrinos realizó entonces una verdadera carrera contrarreloj y sacó de las aguas del Mediterráneo un busto de mujer de granito rojo. Es la primera pieza que se salvó de las aguas. Seguirían muchas otras: miles de columnas, capiteles, fragmentos de un obelisco de la época de Seti I, 14 esfinges y estatuas colosales. En otras partes de Alejandría, el centro ha desenterrado una necrópolis y algunos magníficos mosaicos. Poco a poco, el diseño de la Ciudad de Cleopatra surge del subsuelo.
El descubrimiento del faro de Alejandría
Desde 1990, un equipo de investigadores franceses y egipcios, dirigido por el helenista Jean-Yves Empereur, excavan la ciudad de Alejandro Magno. Su descubrimiento más mediatizado –discutido por algunos– fue el de los restos del faro de Alejandría, que desde hace siglos yacía 8 metros por debajo del agua, cerca del fuerte de Qaitbay. Además de los bloques procedentes de la séptima maravilla del mundo, los arqueólogos-submarinistas descubrieron, con sorpresa, una verdadera «descarga» de antigüedades, anteriores a los tolomeos. Fragmentos de un obelisco de Seti I, 14 esfinges, estatuas. Se contaron más de 2.000 bloques que yacían sobre más de 2 hectáreas. Algunas piezas ya han sido descombradas y sacadas del agua. Pero el equipo tiene para años de trabajo.
Playas de Alejandría
Las playas de Alejandría tienen una popularidad muy bien merecida. Empezando por el bello paseo marítimo, en la propia ciudad, sus magníficas playas se extienden a lo largo de más de 140 km al este y al oeste de la ciudad. En verano, los cairotas acuden en masa a Alejandría para disfrutar de sus playas de arena fina. Para escapar de la multitud es preferible dirigirse a las playas más alejadas de la ciudad. Las playas de Montazah se encuentran al pie del Palacio del Jedive Abbas, con su impresionante arquitectura de cuento de hadas. El parque que rodea al palacio, de más de 150 hectáreas, es uno de los lugares favoritos de los alejandrinos para pasear.
Museo de Arqueología submarina de Alejandría
Este gigantesco museo anfibio, cuya apertura al público está prevista para 2012 ó 2013, sacará a la luz los importantes descubrimientos arqueológicos de la bahía de Alejandría durante los dos últimos decenios (visita virtual http://www.rougerie.com/ ).
Egyptian Tourist Authority

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